Paola Hernández
Voluntaria desde 2019
Empecé como voluntaria con la idea de ayudar a otros, pero nunca se me ocurrió que cada una de las experiencias y las personas que encontré en este camino me ayudarían tanto a crecer y ser quien soy ahora.
Cuando apenas tenía 15 años, mi hermano ya realizaba voluntariado en TECHO y me contaba anécdotas sobre cada actividad en comunidad. Gracias a esto me motivé a formar parte de una Colecta y posteriormente a asistir a mi primera construcción. Recuerdo llegar a Techo siendo una persona callada, que no decía ningún comentario ya que no estaba acostumbrada a ser escuchada, únicamente quería sentirme útil y apoyar a una buena causa. Pero desde el primer momento los demás voluntarios me aceptaron de la mejor manera y sin importar mi edad, apariencia o creencias me fueron enseñando de todo y lograron crear un espacio seguro en donde yo sentía la confianza de ser yo misma y aprender de cada uno de ellos.
Con cada actividad de TECHO a la que asistía aprendía y crecía, cada visita a comunidad me hacía reflexionar sobre los privilegios que poseía y sobre cómo había personas que vivían realidades tan distintas a las mías, incluso en un país tan pequeño. Una vez presencias con tus propios ojos las desigualdades que existen y la situación de pobreza en la que viven muchas personas es imposible quedarse indiferente ante ello, sobre todo cuando conoces sus historias de primera mano y te vuelves portador de sus voces para que estas alcancen a más personas y que al descubrirlas también se motiven a generar un cambio.
He aprendido que cada acción de cada persona, por más pequeña que pueda parecer, es fundamental y aporta al proceso para generar un cambio. Durante este año se me ha brindado la oportunidad de participar activamente y coordinar diversos proyectos en distintas áreas dentro de la organización, desde apoyar dentro del staff de colecta y ser líder de punto, hasta ser coordinadora de mesas de trabajo y asistir quincenalmente a la comunidad El Paraiso para trabajar de la mano con las y los vecinos de la comunidad. Esto me ha permitido apreciar cuántas personas se necesitan para formar una cadena que encamine al cambio, desde movilizar voluntarios en las calles y puntos céntricos del país hasta esas personas que asisten sin falta a las mesas de trabajo dentro de la comunidad porque tienen el deseo de desarrollarse, de poseer un techo digno y establecer proyectos que fomenten el bien de cada uno de los pobladores de dicha comunidad.
Ser voluntaria de TECHO es reconocer que así como tú brindas un valor y cada una de tus acciones suman, las acciones de los demás también contribuyen a ser la persona que eres; el voluntariado te enseña que las injusticias existen pero no por eso deben quedarse así, no porque existan personas que viven en situaciones distintas a las nuestras significa que nosotros no podemos apoyarles. Ser parte de TECHO es desempeñar un trabajo en conjunto entre jóvenes que buscan un cambio de la mano de pobladores que aspiran una vida digna para ellos y sus familias.